Sunday, December 18, 2005

¿Y USTED, VOCIFERA O MUERE POLLO?

¿PARTICIPACIÓN CIUDADANA?

¿Y USTED, VOCIFERA O MUERE POLLO?

Hernán Narbona Véliz


Estamos en el boom de los programas televisivos proactivos. La gente tiene hambre atrasada de participación. El desahogo a través de un llamado telefónico es una verdadera catarsis. Cada día cunde más en la opinión pública un consenso: No estamos conformes con la cosa pública así como la están manejando. Del otro lado, los que disfrutan del sistema, en especial los burócratas por herencia, esos que no le ganaron a nadie, practican el bajo perfil. Su doctrina es flotar, no hacer olas y pasar colados.

¿Por qué programas como El Termómetro o Tolerancia Cero están arrasando con la tele audiencia?

¿Por qué diarios electrónicos como Gran Valparaíso, Primera Página o El Mostrador son los referentes que están a la vanguardia en la noticia?

¿Por qué Tati Penna hace hablar de masturbación a medio país ante la histeria del Porvenir de Chile?

Porque está prendiendo en la opinión pública, en el ciudadano que lleva diez años de sosa democracia, la bronca retardada de una profunda frustración.

El año 1985 la Asamblea de la Civilidad era la vanguardia donde se participaba. Más atrás estuvieron las movilizaciones valientes, los cacerolazos, los dirigentes sindicales, universitarios, los colegios profesionales, los poetas y artistas, los mártires por la libertad. De pronto, a fines de los ochenta todo pasa a diluirse en una máquina que pinta de arco iris pero cuyas riendas comienzan a retomar los mismos ancianos políticos que volvían con sus vetustos estilos.

A esta altura del partido está llegando la hora de que la civilidad le pase la cuenta a quienes desmovilizaron a la ciudadanía y fueron incapaces de llevar adelante una propuesta alternativa en lo político, en lo social, en lo económico y en el ámbito medio ambiental. Los partidos políticos ocuparon todos los espacios de participación ciudadana y los actores sociales o los independientes quedaron al costado, esperando que en algún momento se iniciaran los cambios cualitativos en el estilo de hacer política. Ya no era asunto de izquierdas o derechas, sino de honestidad o corrupción, de compromiso o ventajismo, de cooperación o canibalismo, de protagonismo o sumisión.

Los chilenos de carne y hueso están hoy expresándose con irreverencia. Les fascina tocar temas íntimos con un voyerismo o exhibicionismo que se levanta como bandera en contra de fundamentalistas tendencias represivas y censuradoras de la jerarquía eclesiástica. Creo que el cuento es patear las canillas de un sistema que embronca, porque está administrado por personas que los chilenos pusimos desde hace 10 o más años en esos sitios con un mandato que no se ha cumplido. Literalmente, emputece a los chilenos que la corrupción cunda, que la desprotección se agudice…

Por eso hoy se desgrana el choclo y languidece la Concertación. Por eso la Democracia Cristiana ha sido incapaz de un último aliento de ética para expulsar o sancionar a los corruptos que la rebasan con sus auto indemnizaciones, con sus desmalezados, con caballos corraleros, con casas de plásticos, con las licitaciones más arregladas que un cleri, etcétera y etcétera.

Lo mismo pasa con el conglomerado de derecha, donde el populismo de la UDI ha ido jaqueando las propuestas más centradas de Renovación Nacional. De allí los remezones. En estos escenarios se van generando nuevos referentes. La gente se cansó de socialistas con fines de lucro y de los socialcristianos que practican el capitalismo y demuestran que la caridad comienza por casa, generando máquinas familiares que ocupan el aparato público, con un nepotismo propio de las más recalcitrantes monarquías.

Si usted pasea por Chile –sobre todo cuando lo recorre a pie y por sus barrios- encontrará cansancio colectivo. Este diagnóstico lo ha hecho por cierto el gobierno y quiere recuperar terreno anunciado transparencia y modernizaciones. Pero la sensación colectiva es que hay incapacidad de articular desde las cúpulas políticas vetas genuinas de participación ciudadana.

Porque en la lógica del político todo se centra en el factor poder y esto no es compatible con dejar crecer a quien no se controla. Al político estructurado le molestan los libertarios, los críticos, los que tienen vuelo libre y quienes no pueden ser incorporados como incondicionales.

La gente reclama en el Muro de los Lamentos y entra a sitios de debate porque quiere expresarse

La gente está viviendo mucho más que una crisis económica. La gente esta asfixiada por una dictadura financiera, que aprieta cada día, pese a las pretensiones de las autoridades. El poder del dinero se está ejerciendo como un nudo corredizo en el cuello de millones de familias. El gobierno ni el Estado tienen capacidades para corregir la conducta usurera de los bancos y financieras.

Alejada la comunidad de los entuertos políticos o los corrillos de palacio, se debate en sus propios problemas. Hay un puente cortado. Ya lo decía Raúl Gutiérrez, no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Es una crisis de confianza. Es un descreimiento y reacciona con violencia, con irreverencia, con fastidio frente a las vacas sagradas. Hay mucha confusión en enormes conglomerados de jóvenes que se sienten en un laberinto que no abre puertas.

Sin embargo, percibo que hay un despertar ad portas. Movimientos políticos de cambio cruzarán transversalmente el mapa político e irán reemplazando las parroquias familiares. Se ha demostrado que los hijos de próceres no llevan los genes de su genialidad y han dado tumbos.

A fines del siglo XX se planteó que la democracia se haría participativa a través de una nueva generación que creará comunidad sin fronteras ni censuras a través de la Internet. Eso está acercándose: se generarán nuevos centros de pensamiento y los francotiradores encontrarán otras vías de expresión e interacción. Como en una represa, por distintos cauces está brotando un cambio de fondo y esperamos ser partícipes del mismo.

18 dic. 05

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