Sunday, December 18, 2005

Aduanas: Participación para un cambio exitoso

Aduanas: Participación para un cambio exitoso

Hernán Narbona Véliz

El Servicio Nacional de Aduanas de Chile tiene una larga historia de alto profesionalismo y honestidad, que lo constituye en una realidad bastante excepcional en el contexto latinoamericano. Hasta 1974 la formación de los antiguos Vistas era universitaria, a través de la Carrera de Administración Aduanera, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Junto con cerrarse la histórica Escuela de Aduanas, durante el período militar se le restó autoridad al Servicio, sobre todo en su capacidad para investigar delitos de fraude aduanero. La creación del cargo de Fiscalizador, que se alcanzaba con cursillos de dos meses dentro del Servicio, pretendió sustituir el nivel de los Administradores Públicos con mención en Administración Aduanera, por profesionales de carreras sin ninguna afinidad con el Servicio y por Técnicos en Comercio Exterior, cuya formación era absolutamente diferente en rigor y profundidad a la entregada por la Universidad de Chile.

Durante el proceso militar se excluyó del Servicio a centenares de funcionarios. Algunos, en el período inmediato a Septiembre de 1973, sufrieron represión y listas negras. En 1979 gran parte de los aduaneros se reciclaron hacia el sector privado como Agentes de Aduana o empleados de dichas agencias. Puede resumirse que hasta 1980 se había vivido el proceso más traumático para los trabajadores aduaneros.

Durante los años ochenta se inicia en Chile una reforma aduanera que simplifica procedimientos, pero exige que cada funcionario siga al pie de la letra los manuales operativos. Se ejerce una dirección altamente jerarquizada y se logra una Aduana que es operacionalmente muy simple y que, junto a la privatización de las faenas portuarias y el inicio del actual sistema portuario, genera una ventaja competitiva para el comercio exterior chileno.

Durante los 16 años del régimen militar los funcionarios públicos sufrieron el deterioro de sus remuneraciones. La Aduana no fue una excepción y así fue como el ingreso real del funcionario dependía cada vez más de si hacía o no turnos extraordinarios. No todos podían cumplir turnos, se generaba un gran stress laboral por el tema horas extraordinarias. Quienes pagan esas horas extras son los privados, que deben habilitar el servicio después de las cinco de la tarde, sábados, domingos y feriados. Cuando llega el gobierno democrático, con Benjamín Prado como Director Nacional, se inicia un proceso de reforma aduanera. Fue la propia Asociación Nacional de Funcionarios Aduaneros de Chile, ANFACH, quien preparó el primer proyecto de modernización, que contenía temas técnicos aduaneros, para mejorar la atención al usuario, y una propuesta de nueva planta funcionaria. La jefatura del Servicio tomando ese proyecto como base, inició su propio proceso, presentando la Administración de Prado un Proyecto de Reforma Aduanera, que remitió el Ejecutivo al Congreso. Esto culminó el 21 de noviembre del año pasado, con la promulgación de la Ley 19.479, que autoriza al Gobierno para realizar la reforma y encasillar al personal en una nueva Planta Funcionaria.

En estos momentos la gestión del nuevo Director Nacional, Enrique Fanta, ex Subdirector de Fiscalización de Impuestos Internos, se centra en llevar adelante la reforma aduanera., en función de la Ley aprobada. Proceso que no ha estado exento de conflictos, toda vez que el equipo dirigente está conformado por personas convocadas por el nuevo Director Nacional, ajenas al sector del comercio exterior y que no han conocido vivencialmente la historia de la organización. Cuando se ha planteado la definición de la misión del Servicio y se ha dado inicio a un cambio en la imagen corporativa, han surgido puntos de vista encontrados entre la dirigencia gremial y la jefatura.

Un conflicto , a mi juicio, artificial, que parece obedecer a una falta de eficacia en las comunicaciones internas, tal vez porque el mundo aduanero tiene sus propios signos y es necesario aprenderlos.

Participación activa y no simple información es lo que reclama la ANFACH y esto es bueno para la Dirección Nacional, ya que significa una oportunidad valiosa para que se conjuguen las visiones corporativas, aparentemente antagónicas, en una misma plataforma, que mire al futuro, pero que tome debida cuenta de la historia del Servicio y la capacidad profesional latente, aún desaprovechada de los funcionarios de Aduana.

Se habla de que por ser éste el primer Servicio donde se comienza a concretar la modernización del Estado, el proceso puede tener un carácter emblemático. Siempre que se adopten procedimientos integrativos para que la misión del Servicio, con la conducción de profesionales aduaneros actualizados, dé respuesta a los momentos que vive hoy nuestra economía, con una relación cada vez más dinámica con el comercio mundial.

En mayo deberá estar concluido el encasillamiento y de allí en más estimo que debe fijarse un nuevo sistema de evaluación del personal (actualmente más del 80% tiene 70 puntos), que mida aspectos que hoy no se incluyen, para que se empiece a aplicar de verdad y con rigor un sistema de promoción y ascensos que premie el mérito, el perfeccionamiento continuo y la capacidad de aplicar criterio en la función.

Porque para la nueva Aduana no es suficiente gente formada sólo en obedecer órdenes o aplicar manuales operativos. Hace falta cultivar una capacidad creativa de inteligencia aduanera, que dé respuestas a las nuevas exigencias que el comercio mundial y la seguridad nacional demandan de los Servicios de Aduana.

Para La Estrella , 13 de febrero de 1997

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