Monday, December 19, 2005

LUCHA ANTI CORRUPCIÓN: UNA NUEVA UTOPÍA.

LUCHA ANTI CORRUPCIÓN: UNA NUEVA UTOPÍA.


En la búsqueda de un nuevo sueño en el cual volcar las energías, imaginar una sociedad de transparencia, donde la corrupción sea derrotada, aparece como la última utopía de los quijotes de siempre. El movimiento por la probidad busca líderes que no tengan tejado de vidrio.

En la cátedra de Administración Pública, recuerdo que pregunté a un curso, abriendo un foro sobre la corrupción, si era deshonesto o corrupto copiar en una prueba. Sonrisas nerviosas, respuestas escritas y anónimas. Para mi sorpresa, hubo respuestas que dijeron que “sí, es deshonesto, si es que te pillan”. Me recordó a unos predicadores puerta a puerta que en una ocasión, frente a una consulta en relación a la tortura, manifestaron “la tortura a veces es mala”, después de lo cual los saqué volando de mi casa. ¿De qué estamos hablando? De relativismo moral, un mal de nuestros tiempos.

El amiguismo, compadrazgo, caciquismo y nepotismo, son expresiones que hablan de grupos sectarios que se favorecen en función del parentesco, el caudillismo o la pertenencia a un determinado grupo de poder. Históricamente, nuestras sociedades han vivido con aristocracias políticas que imponen sus candidatos y generan verdaderas dinastías en el aparato del Estado. La prevaricación, por otra parte, es el usar los bienes públicos para beneficio propio. Parte por cuestiones tan simples como usar el carro fiscal para que lleven a la mujer de compras al supermercado. Tiene evidencias groseras cuando se usa el cargo público para que personas del grupo familiar o político tengan prebendas, excepciones, tratos discriminatorios, que afectan al contribuyente que, pagando sagradamente sus impuestos, ve cómo le pasan por encima los apitutados o recomendados de siempre.

El cohecho o la coima es activo y pasivo. Está quien coima y quien es coimeado. Por lo tanto, en el sector privado los estilos corruptos hacen que se logren ventajas ilegales y eso es verdadera piratería de cuello y corbata. En países como México, durante los más de setenta años del PRI, existió una aceptación generalizada del derecho a la mordida, ejercido por quienes tomaban el poder, existiendo el compromiso de pasar una sola vez por el cargo público para que así la chimenea tuviese tiraje y todos pudiera mamar las ubres del famélico Estado.

Aunque alguien pudiera decir, conformista, que pese a esas malas costumbres históricas, los países han seguido funcionando, últimamente la amenaza crece y se agiganta con nuevas mafias globales, que manejan narcotráfico, lavado de dinero, tráfico de mano de obra ilegal. En Perú, la gota que rebasó el vaso y que hundió definitivamente a Fujimori, fue que se supiera que el mafioso Escobar, del cartel famoso de narcotráfico, hubiera aportado 1 millón de dólares a su campaña. En países como Argentina los actos de corrupción en las gerencias de compras de empresas privadas, han significado millonarias pérdidas o escándalos gigantescos. Otro, reciente y político, fue el caso de coima a parlamentarios para aprobar la flexibilización laboral

Recorriendo América Latina, en trabajos de apoyo a la modernización de los sistemas aduaneros, tributarios y logísticos, de países de la región, he podido conocer personas que están en este gran esfuerzo de luchar para erradicar la corrupción, la evasión tributaria, el lavado de dinero, el cáncer de las drogas y todas sus trampas tecnificadas. Los grupos de tarea en contra de la corrupción son equipos de alta calidad moral, equivalentes a los Intocables de Elior Ness en los tiempos de la mafia de Chicago. Es por cierto una tarea ardua, difícil, que enfrenta presiones de quienes mantener las cajas negras, que temen a la transparencia.

Ejercer fiscalización es algo delicado, sobre todo por la amenaza constante de quienes buscan corromper a los fiscalizadores. Se debe superar situaciones de vinculación y la independencia debe ser respaldada con remuneraciones de buen nivel, para que no caigan en la tentación los agentes del control. El riesgo de corrupción es grande y se requiere gran transparencia y controles cruzados, sorpresivos y efectivos en la sanción. Son necesarios entes autónomos, como la Contraloría General de la República, el Consejo de Defensa del Estado o la propia fiscalización de la Cámara de Diputados.

Cuando uno se detiene a pensar, en medio de estos procesos de cooperación panamericana en contra de la corrupción, en la nueva cruzada que significa este esfuerzo, comienza a redescubrir una nueva utopía, en donde el motivo común es lograr que las personas, el hombre y la mujer de nuestros pueblos, puedan vivir con la mínima seguridad de que sus derechos están resguardados, porque hay quienes se juegan por cumplir y hacer cumplir la ley. Todos los sistemas sufren el mismo fenómeno y es preciso desarticular los tentáculos soterrados de los grupos de interés, que con la premisa de que el fin justifica los medios, no dudan en vender su alma al diablo con tal de alcanzar los placeres que dan el dinero y el poder.

Pléguese a esta nueva utopía: una sociedad sin corrupción.

HNV, viernes, 24 de noviembre de 2000

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