Bolivia, un preinfarto en el cono sur.
Hernán Narbona Véliz narbonaveliz@yahoo.com
Más allá de las consignas movilizadoras anti chilenas, anti globalización, por la industrialización del gas en el altiplano, en Bolivia se ha vivido un enfrentamiento escalado, que partió como un gallito de prueba entre la institucionalidad del sistema democrático representativo, de economía neoliberal, y el movimiento campesino, sindical, asistémico, rupturista y marginal respecto a la forma de inserción oficial a la comunidad internacional y, por ende, a todas las negociaciones con las multinacionales de los hidrocarburos.
Esto ha jaqueado a un débil Presidente Sánchez de Lozada, que llegó al gobierno por segunda vez, con una circunstancial alianza de varias fuerzas políticas, excluida la de Evo Morales, el segundo candidato más votado. En el contexto regional, la convulsión interna de Bolivia ha conmocionado políticamente al cono sur, ya que plantea una resistencia social inmanejable en contra de los pilares mismos del sistema imperante. Se ha despertado una centenaria y visceral fuerza social que ha sido nutrida por la marginación, por la dominación del conquistador, por la mediterraneidad, por la pobreza, por regímenes de fuerza que cometieron delitos de lesa humanidad y que han quedado impunes.
Es mucho el resentimiento acumulado por las hordas de mineros, campesinos, indígenas, que ha movilizado Evo Morales. El tema del paso del gas por Chile y la posibilidad de obtener vía concesión comercial un enclave costero para manejar el embarque de ese recurso, con áreas para radicar un complejo hotelero anexo, se perfiló como una opción suave, posible, que no habría requerido visto bueno del Perú, ya que habría sido un contrato del Estado de Chile con una corporación comercial internacional. El área estaba seleccionada como la mejor opción logística: la caleta de Patillo, a 50 kilómetros al sur del Aeropuerto de Iquique. Una línea recta desde el sur de Bolivia que el Alcalde “Choro” Soria supo promover con fotografías satelitales del área, desplazando a Mejillones de la negociación. Estando la logística clara, se podía cerrar el negocio con los compradores norteamericanos. Pero, las presiones peruanas y la movilización de rechazo, más los muertos que produjo sacar el ejército a las calles, frente a turbas también armadas con sus clásicos y temidos cartuchos de dinamita, llevaron la situación a este nivel de conflicto en que cada vez es más difícil la concesión o la vuelta atrás.
Si el Estado de Bolivia se debilita a grado tal que la insurrección actual pueda demoler la institucionalidad, el tema pasará a ser un problema de seguridad regional y hemisférica. Estados Unidos está enfrascado en Irak y el conflicto palestino, viene el período pre electoral de Bush y una hipótesis de conflicto localizado en el altiplano, alteraría la seguridad subregional, ya que podría aparecer la tentación de imponer un gobierno de fuerza, lo que agudizaría más aún los escenarios actuales.
La vinculación de Bolivia con Estados Unidos ha pasado por el compromiso de erradicar estos cultivos y por modernizar el Estado, respetando la diversidad cultural interna, pero formalizando la economía para lograr una sociedad ordenada, de acuerdo a los cánones de la democracia representativa formal. Existe una población ilustrada, rica, que contrasta con el gran analfabetismo y pobreza del pueblo. Esos sectores dirigentes empresariales han trabajado por mejorar el Estado, industrializar recursos, luchar contra el contrabando y la informalidad, aumentar la recaudación fiscal. No ha sido casual que la Aduana Nacional de Bolivia haya sido reconocida por el Banco Mundial por buenas prácticas, ya que ha hecho un gran esfuerzo para erradicar el contrabando, que es una actividad que sin dudas está detrás de las revueltas actuales. Los sectores empresariales de Bolivia han planteado un país integrado al mundo, negociando opciones para ir superando el problema de salida al mar, al menos gradualmente, manejando el recurso agua como carta de negociación y ofreciendo a la región, a través de Santa Cruz, una plataforma y nudo logístico aéreo para el comercio del cono sur.
Del lado de las movilizaciones campesinas y sindicales, está el financiamiento de los que lucran con el contrabando, manejan la corrupción y se resisten a la erradicación de los cultivos de coca. Es real la amenaza de infiltración de las mafias de la droga en estas movilizaciones sociales, para obtener protección en las áreas donde se produce la coca. Por todo esto, la crisis del Estado de Bolivia es preocupante para el cono sur, ya que puede generar situaciones de riesgo, por sus enormes fronteras de muy difícil control. Lamentablemente, el caos provocado puede hacer retroceder los esfuerzos serios que venían dándose para una relación mesurada y realista de Bolivia con sus vecinos de MERCOSUR y del Pacífico. La clase política y empresarial de Bolivia, seguramente va a reaccionar para desmontar el conflicto. Porque en él se imbrican intereses sociales legítimos con otros que nada tienen que ver con el indigenismo, sino que se relacionan con el negocio de la coca, en su primer peldaño, las plantaciones.
Una lectura belicista del conflicto podría llevar a la justificación de la intervención de fuerzas externas, lo cual acentuaría más el problema. Lo más sensato para recomponer las relaciones, pasaría por un gobierno de coalición en donde necesariamente debería sentarse con responsabilidades, el partido de Evo Morales, Movimiento hacia el Socialismo, el cual debería cambiar su discurso agitador para fijar criterios de gobernabilidad. El tema es que su propuesta a la fecha es de profundo rechazo al sistema liberal y deja propuesta una pregunta válida para toda la región: ¿hasta donde es viable, hasta donde tendría margen de maniobra en un país empobrecido, una salida revolucionaria? La impresión es que desde una posición marginal es fácil atizar el fuego revanchista histórico, pero otra cosa es gobernar. El concepto de gobierno exige morigerar el discurso y hacerlo funcional respecto al entorno. Si Lula lo ha hecho en un país continente, rico y perfilado al mundo con grandes flujos de comercio, cuesta imaginar a Bolivia abandonando el concierto internacional y postulando su propia marginalidad.
16/10/03
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