Sunday, January 08, 2006

Convergencia Ciudadana

Convergencia Ciudadana

Hernán Narbona Véliz[i]

Pasar del desencanto a la acción. Esta nueva revista electrónica a la que he sido invitado por viejos amigos, abre un espacio para la cooperación. Percibo que aflorará esa energía social que ha estado latente, observante, plañidera, pero que ahora busca espacios para recuperar su tiempo. La energía social que estuvo en la vanguardia, antes que los políticos descendieran de sus aviones y tomaran lugar en la primera fila. Una energía ciudadana que puede fortalecer el sistema democrático, pero que había bajado los brazos, desalentada, quizás todavía en shock.

Saludo así este nuevo espacio refrescante de encuentro y reflexión. Aspirando a un lenguaje directo, que realmente interprete a quienes buscan una alternativa. Apuesto a integrarme a esta tribuna como forma de retomar un fuerte compromiso con nuestra ciudad. Sin hacer aspavientos a la globalización, pero analizándola al trasluz de la posición de la clase media latinoamericana, del hombre que transita nuestras calzadas buscando solución a sus múltiples problemas.


En más de treinta años de vida profesional he recorrido muchas veces América y conocido también las realidades del primer mundo. Asumo el desafío de vivir en un sistema depredador, inequitativo, cruel. Pero entiendo que hay en este mundo, enormes espacios de vinculación a nivel de personas, organizaciones de distinto tipo, que permiten construir redes de cooperación, tolerancia y soluciones alternativas al orden imperante.

He vivido, en suerte, la experiencia de dinamizar la inserción internacional de proyectos empresariales y comunitarios, por la vía asociativa. Creo profundamente en la integración a partir de los espacios locales. La globalización es una realidad incuestionable que se caracteriza por una situación de imperio, por conflictos planetarios, intereses corporativos transnacionales que han demostrado su indolencia ante el clamor de las mayorías. La democracia es un detalle que se debe resignar ante los intereses corporativos. La reacción multitudinaria de cientos de miles o millones de personas que manifestaron este año en pro de la paz, demostró que en ese escenario de globalización hay una voz poderosa que debe articularse para rescatar la tolerancia y la libertad.

Esa globalización deja una plataforma preciosa de comunicación. Que puede ser usada con fines deleznables o ser un mágico instrumento para la solidaridad. Para el acercamiento de las comunidades, para la defensa de sus intereses más concretos. Cuando se plantea el gobierno electrónico, es mucho más que pagar los impuestos en forma electrónica. Se trata de disponer de canales formales para opinar sobre lo que interesa al pueblo, auscultar las decisiones que en nombre de ese pueblo toman las autoridades y representantes populares. El gobierno electrónico es poder controlar el correcto manejo de los actos de la administración pública. La participación que puede abrir el gobierno electrónico no es ni más ni menos que la posibilidad real de hacer sentir el poder popular ante la clase política. Representa la reivindicación de lo social frente a lo político.

No es casual por lo tanto, que la clase política, el sistema electoral binominal que nos agobia con sus exclusiones, le teman mucho a la acción social concertada, a la participación libre, sin caudillismos, máquinas proselitistas o clientelismo.

Cuando se busca contar en nuestro Estado de derecho con un Defensor del ciudadano precisamente lo que se busca es contar con una instancia constitucional para supervisar los actos públicos y los que realicen los agentes económicos que prestan servicio público por concesión pública. Es la instancia conocida como Ombudsman y que significa contar con un control permanente para que los abusos no perjudiquen a la comunidad.

Desde esta tribuna quiero sumarme al concepto de ciudadano planetario. Esa expresión creciente de millones de personas que no se resignan frente al actual orden y creen que pueden incorporarse cambios cualitativos que pasan por la profundización democrática de la que ya he hablado y el fortalecimiento de la participación en la comuna, en la ciudad.

Por esta vía surge un nuevo estilo de civismo activo, con redes de colaboración, de debate, de crítica y de ayuda mutua. Si la clase política escuchara el clamor callado que está expresado en el abstencionismo, en el alejamiento y desconfianza en la cosa pública, sabrían que su tiempo se agotó y que las fuerzas sociales deben recuperar su protagonismo. Para ello hay que forzar los canales modernos de interactividad. Sólo así la democracia podrá crecer en calidad y legitimidad.

No dejemos fenecer nuestro tiempo en medio de quejumbres. Integremos con entusiasmo el Movimiento de Convergencia Ciudadana y, dejando atrás los diagnósticos redondos y recurrentes, les propongo una acción cívica comprometida para la defensa de nuestra calidad de vida como sociedad.

20/08/03





[i] Poeta, Columnista, Administrador Público y Licenciado en Relaciones Internacionales. Consultor Internacional. Miembro de Periodistas Frente a la Corrupción y del Capítulo Regional del Defensor del Pueblo.

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