El lavado de dinero
Hernán Narbona Véliz
27. Nov.2004
El secreto bancario fue hasta hace poco, el resorte que la banca utilizó para excusarse de entregar al Estado información valiosa sobre flujos de dinero de dudoso origen. Los dictadores, los asesinos o sicarios a sueldo, el crimen organizado en su conjunto, se vestían de punta en blanco para la etapa culminante de su actividad delictual: el lavado de dinero. Los elegantes resorts de los paraísos fiscales juntaban a banqueros inescrupulosos, capos mafiosos y asesores yuppies, de cuello y corbata, en un brindis demoníaco.
Se podría decir que el lavado de dinero constituye la culminación de una serie concatenada de delitos, la etapa fina, inteligente, en donde los dineros sucios, mediante ingeniería financiera, tratan de introducirse a la economía. Es el proceso de esconder o disfrazar la existencia, fuente ilegal, movimiento, destino o uso ilegal de bienes o fondos, producto de actividades ilegales para hacerlos aparentar legítimos. En general, este delito involucra la ubicación de fondos en el sistema financiero, la realización de transacciones para disfrazar el origen, propiedad y ubicación de los fondos, y la integración de los fondos en la sociedad en la forma de bienes que tienen la apariencia de legitimidad.
Aprendiendo la lección de Al Capone, que cayera por evasión tributaria, las modernas mafias son adictas al pago de impuestos, ya que con ello sienten que regularizan sus activos monetarios. Cuando se observa en una economía el surgimiento de nuevos ricos - la clase emergente como los llamaban en Colombia- es obvio sospechar que detrás de grotescas mansiones, edificios de lujo asiático, que permanecían desocupados, están los gigantescos ingresos del narcotráfico y demás delitos conexos. El delito actual es transversal, con mafias en diversos hemisferios, que actúan en forma diversificada en los narcóticos, la trata de blancas, el secuestro o asesinato por encargo, la pornografía, la pedofilia, el tráfico de esclavos, la trata de blancas, el tráfico de órganos. Una cadena delictual que pasa a engrosar con sus enormes ganancias, los flujos monetarios de los mercados de capitales, siendo los clientes preferidos de los paraísos fiscales, puntos especializados en triangular activos, cubriendo con la excusa del mentado secreto bancario, la identidad de los depositantes.
Afortunadamente, en Chile por ley 19.913, D.O. 18 de diciembre de 2003, ha sido creada la Unidad de Análisis Financiero (UAF), Servicio Público autónomo que se relaciona con el presidente de la República por medio del Ministro de Hacienda, con el objeto de prevenir la utilización del sistema financiero y de otros sectores de la actividad económica, para la comisión de los delitos de lavado de dinero y de asociación ilícita para el lavado de dinero.
Esta Unidad tiene como misión recopilar antecedentes que permitan detectar operaciones sospechosas para luego canalizarlas al Ministerio Público. Al mismo tiempo, traslada de la ley Nº 19.366, que sanciona el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y sicotrópicas, los delitos de lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas y de asociación ilícita para el lavado de dinero, y se agregan los delitos de lavado o asociación ilícita para lavar dinero, proveniente de delitos terroristas, tráfico ilícito de armas, el involucrar a menores en pornografía, facilitación de la prostitución infantil y trata de blancas.
Próximamente los pasajeros que arriben al país deberán declarar en la Aduana si portan en dinero o valores una suma igual o superior a los 10 mil dólares. Los bancos, las casas de cambio, las firmas que realizan transferencias de dinero, las firmas de leasing financiero, deberán reportar a la Unidad de Análisis Financiero cualquier remesa u operación sospechosa. De esta forma, cuando se genera una inteligencia económico-financiera, se pueden tipificar situaciones de riesgo para la sociedad. Por ejemplo, existe experiencia internacional que muestra que se disfraza dinero sucio bajo la forma de ayuda familiar, en envíos de pequeño monto, a cientos de personas que sirven de palos blancos para ingresar dineros, en lo que sería la etapa primaria de una operación de lavado. Las operaciones financieras con empresas de fachada son palabras mayores, ya que implican disfrazar el dinero sucio como inversiones directas, que normalmente subvaloran activos o inventarios, para justificar luego ganancias mayores, que ayudan a blanquear el circulante producto de ilícitos. Detectar este tipo de maniobras, requiere de investigaciones mucho más especializadas.
Que la sociedad se proteja de este flagelo es muy importante. Las redes de las mafias son innovadoras y van corroyendo el sistema político y social. La inteligencia delictual es creciente y dotada de óptimos recursos, lo cual les permite adelantarse a las fuerzas policiales en sus investigaciones. La permeabilidad del sistema político a la influencia soterrada de las mafias significa el alto riesgo de que puedan financiar campañas a cambio de favores políticos o bien enquistar en la clase política personas ligadas a sus intereses. La extorsión a políticos corruptos es otra llave para servir a sus intereses. Y, por cierto, su principal recurso es el terror y el asesinato, lo cual puede sumir a la sociedad en una indefensión permanente.
La cercana evidencia del dictador, que se ufanaba de que no se movía en Chile una hoja sin que él lo supiera, nos muestra las turbias maniobras realizadas en la permisiva banca internacional, para esconder su enriquecimiento ilícito. Esta situación que, aunque lo amerita, no está novelada aún, nos debe hacer pensar en los flancos débiles de nuestro sistema democrático, para asumir como tarea de Estado la erradicación de las mafias que corroen cual termitas nuestra sociedad.
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