En los umbrales de un
nuevo orden mundial
por Hernán Narbona Véliz *
Analista Internacional
Estamos definitivamente inmersos en un conflicto que no deseamos, pero que forma parte de nuestra inserción creciente en la comunidad internacional, asumiendo la interacción que nos condiciona, como país menos desarrollado, ubicado en la periferia y patio trasero de la superpotencia imperial.nuevo orden mundial
por Hernán Narbona Véliz *
Analista Internacional
La apuesta de Chile ha sido siempre guiada por la lógica del tendero y no por la del guerrero. En diplomacia esto significa procurar acuerdos y establecer principios como la reciprocidad, el mutuo beneficio, el desarrollo de cooperación y la sinergia que produce la conformación de bloques que permiten integrar fortalezas y neutralizar debilidades. Pero ahora está primando la lógica del guerrero, que es de suma cero, donde o se está conmigo o se está en mi contra, sin tonalidades de grises, con la pretensión de dominar e imponer por la fuerza la hegemonía, los intereses propios aplastando los de los adversarios.
Ocurre esto en la realidad de un sistema estratégico que reconoce una sola superpotencia con capacidad tecnológica y de defensa, capaz de imponer un orden mundial. Pero, he acá la paradoja, ese es un sistema que en el plano económico y comercial ha institucionalizado el multipolarismo (ONU, OMC), con actores que tienen similar peso jurídico para participar en los foros internacionales, sistemas de solución de controversias que imponen a todos los actores normas de conducta y que propician un esquema global de relaciones que vaya favoreciendo el comercio, las inversiones, reduciendo barreras, imperfecciones e inequidades. Esto significa que en el contexto de relaciones internacionales normales, la comunidad internacional se reconoce a si misma como un sistema multilateral, basado en el Derecho Internacional, esto es el respeto a las convenciones internacionales y la evidencia contemporánea de que prácticamente todos los temas de gobierno interno de los países, hoy deben concordarse en instancias intergubernamentales, en donde se van consensuando medidas estandarizadas para diversas políticas públicas, por ejemplo medio ambiente, servicios, propiedad intelectual, régimen previsional, sistema laboral, seguridad.
En períodos de paz se privilegia el sistema multilateral de relaciones y en ese plano aparece el contrapeso de poder entre bloques de interés que interactúan en función de una competencia planetaria por la mercadotecnia mundial y el desarrollo tecnológico. La Unión Europea, China, los países del ASEAN, el ALCA, son esfuerzos que van por el carril del tendero, articulando redes de influencia, en lo que sería la competencia por los mercados mundiales y por ganar influencia en diversas áreas del globo.
Cuando el terrorismo se pone en primer plano y deja de ser un renglón menor en las agendas presidenciales, los escenarios sufren un profundo giro. Estados Unidos cede internamente el paso a posiciones duras en materia de política exterior, con enfoques militaristas que buscan recomponer la máquina de poder estratégico y proyectar al país como potencia imperial para imponer un orden mundial. Entonces lo estratégico militar pasa al frente y deja de ser el simple telón de fondo de un sistema mundial multipolar manejado con criterios de competencia y equilibrio. La máquina de guerra pasa a convertirse en la locomotora, o "tanque" mejor dicho, del crecimiento económico interno y se expresa en las relaciones exteriores en una actitud de fuerza en contra de quienes son estigmatizados como enemigos, "eje del mal", llevando todas las relaciones internacionales a la dialéctica de la defensa global, con exigencias a los socios para que se sumen y cooperen en estos objetivos geopolíticos.
Y si bien es cierto que los Estados Unidos son hoy la incuestionable potencia bélica a nivel mundial, su talón de Aquiles es que no puede violentar un sistema de relaciones multilaterales que él mismo ha impulsado y ayudado a implantar a nivel global y en donde ha logrado un orden mundial global que funciona y beneficia los intereses permanentes de sus grandes corporaciones, pese al cuestionamiento y descontento creciente de las comunidades nacionales por los resultados palpables del proceso de globalización. Si en pos de objetivos geopolíticos que involucran intereses corporativos multinacionales radicados en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, como su principal aliado, Estados Unidos deteriora sus relaciones con la Unión Europea, en donde siempre Francia y Alemania han sido los ejes indiscutibles, lo que sobrevendrá a nivel global será un repliegue de los bloques. El mundo podría entrar en un nuevo ciclo de nacionalismos regionales, lo que afectará el libre comercio.
Ese es el motivo por el cual el Presidente Bush requiere que se legitime la invasión con el respaldo de la ONU, para no echar por los suelos el orden mundial de relaciones vigente hasta la fecha. El derecho a veto de sus clásicos aliados, puede dejar a Estados Unidos entrampado en su propia paradoja, con una guerra unilateral, preventiva, desaprobada por los países que sostienen que la guerra sólo es el último recurso, que no existirían pruebas suficientes para esa medida y que se debe insistir en la solución pacífica de este conflicto.
Estados Unidos puede estar haciendo su peor negocio al asumir la vía bélica para neutralizar a Sadam, impulsado por criterios e intereses particulares de quienes están en el negocio energético y en la industria armamentista de última generación, desoyendo los reclamos de su propio pueblo y pasando por encima del sentido de humanidad, al que han llamado líderes mundiales y millones de personas movilizadas por la paz.
* Periodista chilenonarbonaveliz@yahoo.com
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